6.14.2009

Més que un club

El Futbol Club Barcelona ganó la semana pasada, en el Estadio Olímpico de Roma, la Liga de Campeones de Europa, la Champions, pa’los cuates. Y la ganó frente a uno de los equipos más poderosos y prestigiados, por no decir el más poderoso y prestigiado, del mundo: el Manchester United. No sólo derrotó al gigante, sino que durante las 8/9 partes del partido lo borró de la cancha.

El duelo particular entre las estrellas, Cristiano Ronaldo, del Manchester, y Lionel Messi, del Barcelona, también quedó del todo dirimido. Ambos se disputan el ser considerados el mejor jugador del planeta. Disputaban, debí decir. Ya no hay polémica alguna. Messi marcó un gol de cabeza más digno del Ballet Bolshoi que de una cancha de fut. Yo no sé de dónde salió ese cuate.

Quiero hablar del papel que juega el deporte en la sociedad y en la cultura humanas. Y, en particular, del papel que juega el Barça en ese mundo del deporte. Ni una cosa ni otra son triviales, créame.

Hay gente a la que no le gusta el deporte. A la que no la atrae. Tanta o más que a la que sí le gusta, y que lo que pase o deje de pasar en ese dominio les viene bastante guango, y que no dejan de pensar, con mayor o menor virulencia, que a quienes los apasiona no dejan de ser un poco tontos. Muchos de ellos, muy cercanos a mí, como mi hermana Mercedes o mi cómplice, y ahora mi escriba, Joan Manuel El Tiburón Palacios. Ambos también son gentiles en extremo y no se permiten espetármelo en la cara. Pero sé que en el fondo eso piensan. De hecho, han de estar convencidos de que esa historia del deporte profesional, del deporte-show, no es sino una maniobra, comercial y política, para ganar montes de lana y distraer a la chusma de los problemas serios y reales y tenerla dócil y entretenida.

No les falta razón. Pero tampoco les sobra. Es una verdad parcial. Es cierto que el deporte espectáculo es todo eso. Pero también otra cosa. Empecemos por aclarar qué quiere decir “la gente a la que le gusta el deporte”. Hay a quienes les gusta, o les ha gustado, practicarlo. Y hay los que no han corrido nunca ni detrás del trolebús. Yo creo que existen dos características que discriminan a ambas categorías. El deporte es en primer lugar competencia. Aunque sea únicamente con uno mismo, como esos maratonistas solitarios que se van cronometrando toda la vida y pierden o ganan consigo mismos. Ese es el punto: ganar y perder. La satisfacción incomparable de la victoria o la desazón igualmente incomparable y, si me apura, también satisfactoria, de la derrota. A los aficionados al deporte los llamaré “los competitivos”.

El segundo rasgo que los define es el de pertenencia. El irle a alguien nos incorpora, nos admite, automáticamente, a un colectivo: al de quienes le vamos a ése. Me vuelvo hermano de desconocidos que comparten conmigo, que se alegran cuando yo me alegro, que se entristecen conmigo. Que a veces identifico por la calle porque llevan “mis” colores, y “mis” insignias. Pertenezco. Soy miembro de. Por este motivo los llamaré también “los gregarios”.

Quienes no gustan de los deportes, por lo visto, no precisan de ello. O lo tienen resuelto por otro lado. Me temo, sin embargo, que olvidan un aspecto fundamental del deporte. Pertenece al simbólico. Ser partidario y defensor de una opción deportiva, aunque sea sólo de manera declarativa, es tan simbólico, y a la vez tan importante, como la reivindicación de la patria, de la lengua, de la religión o de la tradición. ¿Qué más da si hablamos español o inglés? ¿Qué más da si comemos tacos o hamburguesas? ¿Qué más da si el bueno es el padre de Jesús o el de Mahoma? ¿Qué más da si mi mujer y mis hijos son realmente mi mujer y mis hijos? ¿Qué más da si le voy a los Pumas o a los Tuzos? Pues da lo que da. Y que no es poca cosa, de ninguna manera. Puro simbólico. Por el simbólico, uno muere y mata. No hay nada en este mundo más trascendente que el simbólico. No hay nada más serio que el juego.

Aquello por lo que opta uno puede parecer arbitrario. Uno elige. Se hace uno chiva por mil motivos. O por ningún motivo. Las razones pueden ser genéticas, familiares, infantiles, derivadas de qué sé yo qué vivencia. Da igual. La adscripción, aunque sea inconsciente, es la adscripción.

Yo me hice del Barça antes de nacer. Mi papá jugó en él hasta que un carnicero enemigo le rompió la rótula. Mi papá y sobre todo su rótula no me permitieron titubear. En México, mi papá y yo le íbamos, obviamente, a los Potros de Hierro, pues llevaban el mismo uniforme. Un buen día me regaló un uniforme del Atlante con todo y botines. Ya puede usted, conmovible lector, imaginar mi emoción. Que duró hasta que el veterano jugador me chutó un penalty que me dio en pleno rostro. La playera azulgrana se llenó de sangre y lágrimas. Y de los gritos indignados de mi madre. La emoción cesó. A los tres días regresó.

A lo largo de los años, sin embargo, ha surgido un aluvión de causas para mantener y acrecentar mi pasión por el Barça. Cataluña es un país distinto a España. Lo ha sido desde siempre. Hace casi 300 años la patria de los catalanes fue sometida por el ejército francoespañol de Felipe V. Y la resistencia en contra del invasor no ha cesado.

Y uno de los elementos fundamentales de esa resistencia es el FC Barcelona. El presidente del Barcelona en 1941 fue fusilado por Franco. Antes de Roma, ha sido el campeón del catalanismo, el antifascismo y la libertad. En cambio el Real Madrid fue el equipo del régimen. Y lo sigue siendo, aunque Zapatero, personalmente, le vaya al Barça.

Ya no tengo modo de extenderme, prendido lector. Sólo piense que el Barça, a pesar de sus éxitos, es un auténtico club. “Mes que un club”, profirió Agustí Montal. Yo diría que sólo es un club. El más importante de los que quedan en el mundo. Tiene 160 mil socios, que lo deciden todo. No hay propietario. Nadie se beneficia de sus ganancias, mas que el club. Posee 17 disciplinas deportivas, incluido el beisbol. Y es el único gran equipo del mundo que no lleva propaganda en sus camisetas. Es decir, sí lleva, la del Unicef, pero no cobra por ella, sino que paga. Con las donaciones del Barcelona se ha construido una multitud de centros deportivo-asistencial-educativos para niños pobres en el mundo entero. Dos de ellos en México.

Por eso la final de Roma tiene un sentido que rebasa con mucho el ámbito estrictamente deportivo. Por eso le voy al Barcelona. Con todo mi corazón. Porque el Barça es más que un club. Sólo un club.

5.18.2009

Viceversa (Nostálgica)

Tengo miedo de verte
necesidad de verte
esperanza de verte
desazones de verte.
Tengo ganas de hallarte
preocupación de hallarte
certidumbre de hallarte
pobres dudas de hallarte.
Tengo urgencia de oírte
alegría de oírte
buena suerte de oírte
y temores de oírte.
o sea,
resumiendo
estoy jodido
y radiante
quizá más lo primero
que lo segundo
y también
viceversa.

Mario Benedetti

4.11.2009

Espiroquetas!!

Pareciera que fue ayer cuando escribí Una Larga Noche hace muchos ayeres; pero de eso ya hace poco más de un año, un año que me ha enseñado a madurar (por así decirlo)

En realidad han sido 13 meses llenos de diversas emociones como alegría, felicidad, tristeza, derrota, victoria, preocupación, de relax total :D, amores y desamores entre otras muchas...

Y hoy, quiero decir GRACIAS!!
quiero agraceder infinitamente a ese par de caballeros que me incitaron a expresarme, que me dieron ánimos cuando más lo necesite, gracias por haberme hecho sonreír en la adversidad, por levantarme cuando pensé que nunca más podría hacerlo!! Pero sobre todo, gracias por haberme convertido en Alicia, en este gran país de las maravillas; este ha sido no solo un país sino todo un continente que ha permitido que muchas más personas encuentren un espacio para compartir todo tipo de emociones, un espacio en el que dejamos el mundo real por unos instantes y corremos tras un conejo blanco con un enorme reloj de manecillas para decir lo que queramos como queramos, sin tener que ser recatados o bien, seguir ciertas normas que marca la sociedad para poder ser aceptados, puesto que aquí no importa como seas, sino lo que quieras ser!!

Es por eso que después de tanto, he tomado una decisión no muy buena, pero que tengo que hacer; hoy tengo que decir "adiós" y lo digo como quien se despide del ser amado (ustedes saben, que esa despedida es la más difícil) pero con una enorme satisfacción, pues aquí conocí a muchas personas con una fantástica forma de pensar y de ser!!

Se preguntarán ¿Por qué espiroquetas? bueno, son formas divertidas, que pueden ser el principio o el final de algo, pero que por donde las veas tienen continuidad

MUCHAS GRACIAS POR HABERME ACEPTADO!!

PS: Espero poder seguir leyendo lo que cada uno de ustedes gusten escribir

3.30.2009

Gracias

Gracias a los grilleros de este blog que en su momento me permitieron formar parte de su maravilloso país.

"Volvió a mirar el río. Se sentía inmensamente triste. Comprendía que lo que estaba viendo era una despedida."

Los ciclos se cierran me han dicho por ahí, pero hay formas de pretzel que también se abren a nuestros ojos.

Besos y abrazos.

2.10.2009

El Fürer recibe noticias del América

Es que hoy andamos de buenas... Seguro que a las 17:00 nos ponemos de malas, pero mientras...